Charlábamos en una reunión bastante informal el tema de que el equipo de fútbol de Bolivia era un fiel reflejo de la sociedad boliviana actual y que sus resultados están acorde con esta realidad. Y nos pusimos a reflexionar.
Qué importante es que la cabeza, las instituciones, los grupos de poder, las empresas, ... funcionen de manera correcta. No es una regla pero el individuo se suele dejar llevar por lo que impulsa el grupo social donde está:
- En la familia se comporta como se comportan la mayor parte de los familiares
- En el trabajo se comporta como se comportan la mayor parte de los colegas
- En una tienda se comporta como se comportan la mayor parte de los clientes
- En un juicio se comporta como se comportan la mayor parte de los juzgados
- En el congreso del país se comporta como se comportan la mayor parte de los diputados
- etc...
De nuevo, no es una regla, pero indefectiblemente la mayoría logra arrastrar a un porcentaje importante de cada uno de los que participa de un grupo.
En la cultura latinoamericana dependemos mucho más de algún héroe ocasional, que se auto inflige la tarea hacer respetar la institución. Esto es algo cultural ya que un latino siempre ha buscado la forma de destacar en la riqueza y/o el poder. Lastimosamente esto hace que dependamos enormemente de
Hay algunas cosas que podemos aprender de diferentes culturas. Por ejemplo, en los países anglosajones se ha trabajado muchísimo en cómo hacer instituciones. Existe una cultura de respeto hacia las institutciones lo cual ha logrado dictar el comportamiento (generalmente bueno) de la mayoría de los participantes de ese grupo.
- En el congreso la mayoría se comporta con respeto a la institución
- En un juicio la mayoría se comporta con respeto al juez y a la sala de juicio.
- En una tienda la mayoría se comporta con respeto a los vendedores y lo mismo los vendedores con los clientes.
- En el trabajo la mayoría se comporta con respeto hacia los colegas y se respetan jerarquías
- En la familia la mayoría se comporta con respeto a su cónyugue y sus hijos.
- etc.
Eso es algo espectacular y que, si bien le quita un poco de protagonismo al héroe que nos caracteriza culturalmente, también le libera de ese estrés innecesario de tener que empujar todo el tema de la institución. Ahora solamente debemos empujar ocasionalmente aprovechando la velocidad de crucero que ya tiene.
Otra cosa que podemos aprender de otras culturas; en los países nórdicos existe una ley implícita, no dicha, pero finalmente llevada a la escritura a través de una sátira de la sociedad a principios del siglo 20. Esa es la ley de Jante; se basa en la idea de que todos son iguales en la sociedad y que, por lo tanto, nadie debe creerse mejor que los demás, aún porque sepa más que ellos. Este pensamiento es el que nos lleva a disfrutar relatos tan maravillososo como el siguiente:
- En el metro en Suecia un observador latino ve que el lugar de los discapacitados no tiene realmente ningun tipo de control, ni manual ni electrónico, para marcar los tickets del metro. Y le pregunta a un oficial cerca: "Oiga, y porqué lo tienen ese abierto? No será que la gente se va a comenzar a meter por ahí para no pagar?". A lo que el oficial responde: "Y porqué alguien haría semejante cosa?"
Nadie se cree mejor que el otro (o por lo menos no públicamente); esto hace que la sociedad no desarrolle ningún tipo de viveza criolla. De nuevo, estamos hablando de una cracterística cultural seguida por la mayor parte de la gente en esa cultura cuando el contexto es normal. En contextos especiales (un consejo de ministros, la directiva de una empresa gigante, etc) pues esta ley de Jante se va doblando un poco.... pero en los individuos hace un trabajo inhibidor del protagonismo y también de la viveza. Con lo cual son los individuos los que siguen al pie de la letra las reglas de una institución; no porque haya un castigo si no se hace, sino simple y llanamente porque esas son las reglas y hay que obedecerlas.
Nuestro planeta ya no tiene espacio para vivezas, héroes y demás hierbas anexas. Creo que en algun momento Sócrates pensaba: no hay lugar para el mal, ya que si supiera lo que el mal me hace a largo plazo, jamás lo haría. Todo lo que hacemos no es para nosotros, es para el equipo en el que estamos jugando; sea éste la familia, la comparse, el departamento de nuestro trabajo, nuestra oficina, nuestra institución, nuestro país.
Hacer lo correcto, en la posición en la que estés garantiza el contagio de comportamiento a todas las personas en el mismo grupo, oficina, familia. En estos tiempos de crisis será una de las cosas más difíciles que nos toque hacer.
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