Indefectiblemente cuando se hace cualquier retrospectiva, uno no puede dejar de arrepentirse de algunas cosas. A veces lo decimos muy bajito y solamente lo escucha nuestro subconsciente; otras veces hasta lo escribimos. Pero en todo caso, siendo un poco sinceros con nosotros mismos, siempre tenemos esas astillas de arrepentimiento en diferentes ámbitos.
Este cuento tiene que ver con el ámbito profesional, aunque está bastante influído por otros ámbitos en mi vida. Siempre sentí fascinación por lo lógico que se sentía programar. El poder entender las cosas de manera tan cristalina; de estar tan seguro que una cosa iba a funcionar muchísimo antes de que se pusiera la primera línea de código. Todas las piezas de lego se encuentran ante tus ojos y, con la ayuda de unas cuantas teclas puedes moverlas y ponerlas juntas, separarlas, volverlas dinámicas, cambiarles absolutamente todo. Es tan poco natural el ver el potencial de creación y no hacer nada. Así que lo más normal es ponerse a hacer, programar un poco, programar por mejorar, programar por arreglar ese detalle insulso que tu programa no podía manejar desde hace 3 días.
No necesitas motivación para seguir programando, simplemente es un tema de un rompecabezas incompleto... imposible que se quede así. Y muchas veces pasa que en realidad lo que hiciste fue armar 200 piezas y traer otras 2000 nuevas piezas que armar para después. Ah, que maravilla, todavía me queda un buen tiempo para disfrutar pintando esto.
Era 1989 y no tenía la forma de interactuar con el mouse en Basic, y no tenía quien me diera una mano con eso. A Tim Berners-Lee le faltaba un par de años para poder inventar la WWW así que no tenía dónde buscar. Pero yo necesitaba poder hacer un Paint en Basic. No me acuerdo la verdad que tanto hacía uso del GOTO pero me imagino que, puesto que nadie me había impuesto límites, era parte regular del arsenal que utilizaba para programar. Y mi programa hacía líneas, puntos, curvas, y te permitia dibujar con las flechas del teclado; y fue un día justo que acababa una de las funcionalidades que coloqué sin querer como 3000 fichas más al rompecabezas; necesitaba que el programa pudiera dibujar letras.
No existía tal cosa como fonts para la interfaz gráfica de Basic. Así que debía dibujar cada una de las letras y lidiar con el tema de poder decirle que la letra la quería chica, mediana o grande. Ahí me di cuenta horrorizado que dibujar chico, mediano y grande, cuando se trata de letras, no es replicar el dibujo de manera directamente proporcional; sino que tuve que encontrar un centro imaginario en cada letra para que la proporcionalidad tenga sentido, sino no funcionaba realmente. Lo mismo calculando los anchos de cada letra para ver dónde iba la siguiente.
Así fue que mi padre decidió cambiarme de lenguaje a uno que decían era más poderoso. Me dejó el diskette a un lado y un libro con la introducción a la programación de ... Pascal. Esto ya era otra cosa, se sentía más intuitivo. Y claro, dibujar era un juego de niños en este caso.
Un amigo de mi padre tenía un instituto de computación en el centro de la ciudad. Y me dijo que porqué no daba clases de eso: Pascal enfocado a todas las capacidades de dibujo, movimientos de mouse, etc. Era 1990 y con 14 años estaba dando clases a chicos mayores de 18. Se sentía muy extraño.
Volviendo al punto inicial, es en este momento que hubiera sido ideal tener algo de formalismo. No me tocó, no es el fin del mundo, pero hubiera sido un buen momento para tener un formalismo matemático lógico que te construya las ideas de manera más ordenada. No hubo forma que yo me pregunte el porqué de algunas cosas, se hacían como se podía. Con un poco de suerte podré identificar eso en el futuro, para mí y/o para mis seres queridos y podré hacer algo. Ojalá me pueda dar cuenta.
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